sábado, 29 de noviembre de 2008

La era de la brevedad. El microrrelato hispánico

"Salvo la vida, todo debería ser breve", afirma Luis Britto García en "LOS GÉNEROS LEVES", su contribución en La era de la brevedad. El microrrelato hispánico, publicado por MENOSCUARTO EDICIONES en su colección Cristal de cuarzo. Este libro coral recoge las actas del IV Congreso Internacional de Minificción, celebrado en la Universidad de Neuchâtel en noviembre de 2006. La edición corre a cargo de Irene Andrés-Suarez y de Antonio Rivas, profesores universitarios y organizadores del Gran Séminaire de Neuchâtel, que desde 1993 debate sobre la narrativa escrita en castellano y cuyas conclusiones edita Arco/Libros. Las seiscientas páginas de este volumen se reparten en tres apartados presididos por un prólogo de los autores, que tratan sobre "Teoría", "Ensayos sobre el microrrelato hispánico" y "Testimonios de escritores", respectivamente. La nómina de autores que relata sus experiencias en esta última parte incluye tanto escritores españoles, como Javier Tomeo, José Mª Merino o Luis Mateo Díez, hasta escritores latinoamericanos, algunos poco conocidos en nuestro país, como el propio Luis Britto García o Luisa Valenzuela. El resultado es una imagen global y enrquecedora del microrrelato, aderezado con intersantes aportaciones teóricas que cambiarán nuestra forma de leer este "microgénero" narrativo.
Los microcuentos que se citan a continuación forman parte de los anexos de algunos de los escritores participantes del IV Congreso Internacional de Minificción. Según rezan las anotaciones que los acompañan, fueron escritos durante la celebración de este evento. Espero que disfrutéis con ellos.


VIDA DE HOTEL

(Para José María Merino)


Disipado el vaho, vio que el espejo reproducía en detalle el baño dónde él estaba, aunque reflejaba otro baño. Vio la imagen de un hombre desnudo que se le parecía en todo, no su imagen. Vio que el espanto de la cara del espejo era idéntico al suyo, pero no era su espanto. Y, cuando abrió la boca aterrada para gritar, vio que al otro le faltaban dos incisivos con los que él efectivamente contaba.

-¡Ah! Conque esas teníamos- murmuró.

Y recuperó la calma,

RAÚL BRASCA


CONTAMINACIÓN SEMÁNTICA

(Para José María Merino)

La vida transcurría plácida y serena en la bella ciudad de provincia sobre el lago.
A pie o en coche, en ómnibus o en funicular, sus habitantes se trasladaban de las zonas altas a las bajas o viceversa sin alterar por eso ni la moral ni las buenas costumbres.
Hasta que llegaron los hispanistas y subvirtieron el orden. El orden de los vocablos. Y decretaron, porque sí, porque les dio la gana, que la palabra funicular como sustantivo vaya y pase, pero en calidad de verbo se hacía mucho más interesante. Y desde ese momento los y las alegres hispanistas, colegas y amigos, funicularon para arriba, funicularon para abajo, y hasta hubo quien funiculó por primera vez en su vida y esta misma noche, estoy segura, muchos de nosotros funicularemos juntos.
Y la ciudad nunca más volverá a ser la misma.

LUISA VALENZUELA


FINAL NO SEXISTA

(Para Ana María Shua)

Abejas y abejos, ardillas y ardillos, arañas y araños, cigarras y cigarros, focas y focos, golondrinas y golondrinos, jirafas y jirafos, lampreas y lampreos, merluzas y merluzos, morsas y morsos, moscas y moscos, nécoras y nécoros, nutrias y nutrios, ranas y ranos, ratas y ratos, truchas y truchos, urracas y urracos, os saludo a todas y a todos, y os vaticino que, tal como se están poniendo las cosas en este planeta, tenéis los días contados.

JOSÉ MARÍA MERINO



6 comentarios:

Lourdes Domenech dijo...

Esta noticia literaria me interesa. El microrrelato es un género que admiro y sobre el que nunca dejo de merodear.

Saludos

Toni Solano dijo...

Me encanta el verbo funicular, que recuerda el mágico mundo de los pitufos (imagina esos hispanistas, pequeñitos y de color azul...)

Héctor Monteagudo Ballesteros dijo...

Gracias por tu comentario, Lu. También siento debilidad por los microrrelatos. Me fascina que se pueda transmitir tanto con tan poco. Son un buen ejemplo de economía lingüística y literaria.
Toni, si me cuesta imaginar a Alan Deyermond, por ejemplo, funiculando arriba y abajo, más difícil se me antoja como Papá Pitufo. Habría que verlo... Ésta es una muestra divertida del talento de Luisa Valenzuela, aunque también tiene obras serias, como el libro de relatos "Cambio de armas", una lectura imprescindible.

Juan Antonio González Romano dijo...

Estoy con Antonio en el verbo funicular, muy sugerente...
Por cierto, ¿ese José María Merino no es el autor gallego, novelista y autor de micros?
Hay otro volumen muy interesante sobre micros que se titula Escritos disconformes, de la Universidad de Salamanca, coordinado por mi amiga Francisca Noguerol, que tuvo a bien publicarme allí algunos de mis microrelatos.

Héctor Monteagudo Ballesteros dijo...

Tienes razón: José Mª Merino es gallego (no sé de dónde he sacado que es latinoamericano, tal vez me haya dejado llevar por una errata del libro). Lo enmendaré ahora mismo.
No conozco "Escritos disconformes", pero puedes estar seguro que lo encontraré; siento bastante curiosidad por todo lo relacionado con la "minificción" (otro día hablaré de los haikus, una de mis asignaturas pendientes). Ya te comentaré qué me parecen tus microrrelatos. Un saludo y gracias por todo, Juan Antonio.

Jesús Aparicio González dijo...

Los microrelatos es un "género" similar a la poesía, decir, sugerir, lo más con lo menos.
Me gusta.
En cuanto al haiku te pongo uno, a ver si te gusta

HAIKU DE LA ESPERANZA

No es lana seca
el calcetín vacío,
hierba del cielo.

Un abrazo
Jesús

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